Conozco personas, familias y profesionales, mujeres y hombres, que aspiran a una convivencia en paz y a una vida saludable y justa en El Salvador, bellísima tierra otrora ensangrentada. Ahora tienen oportunidad de participar electoralmente y manifestar en una papeleta su opción. Participar social y políticamente es mucho más que votar. Pero votar," a pesar de" es un acto de ciudadanía.
Carlos Molina Velásquez, académico y columnista de CONTRA PUNTO escribe ahora, desde su opción:
"Personalmente, pienso que estamos obligados a comprometernos con proyectos justos, aun si no generan beneficios directos o inmediatos. Como señaló John Rawls, una sociedad justa garantiza la equidad mediante mecanismos de redistribución que beneficien a los más necesitados, los que se encuentran en desventaja. Pero también muchos utilitaristas sostendrán que vale la pena luchar por la equidad, porque así la felicidad de la mayoría no solo arroja un saldo favorable, sino que también coincide con nuestras nociones del bien.
El Vaso de Leche y el Paquete Escolar del gobierno del FMLN no será para mis hijos, pero qué bueno que se lo darán a los niños más necesitados. Será bueno para ellos porque es justo y porque los beneficia directamente, pero también es una fuente de bienestar para todos, al transformar el modo como estos niños ven su relación con el Estado y el conjunto de los ciudadanos. Es previsible que un niño que experimente la solidaridad al recibir alimento y condiciones para su educación comience a sentirse parte de la sociedad; así será más difícil que en el futuro me vea “como su enemigo en una lucha a muerte” (Franz Hinkelammert). Si mis impuestos ayudan a lograr eso, bienvenidos sean.
No solo es cuestión de satisfacción y alegría desinteresadas: tarde o temprano, las políticas sociales que ayudan a los pobres también “nos beneficiarán a nosotros”. Votar para que sigan los cambios es bueno y también va en función de nuestros intereses, porque genera “buen vivir”, condiciones sociales justas y equidad. Y eso nos conviene a todos."
Se pregunta Carlos sobre si se debe votar para que sigan los cambios iniciados. Esa es su respuesta.
De lo que dice quisiera retener el deseo de una "vida buena", que yo traduzco por "vida social saludable". Esa aspiración coincida con la búsqueda clásica de la felicidad.
Un sociólogo amigo, Manuel Pérez Yruela, al hablar del deseo de la "vida buena" lo vincula, por el afán de la modernidad andaluza, española y europea, a la insaciabilidad del consumo, y del dinero que se necesita
para ello. Hay, dice, una ignorancia de los efectos perversos que esto tiene para la
vida individual y colectiva y para saber convivir. De hecho, en España al menos, y en Andalucía en particular, la actual crisis económica, concluye D. Manuel, es un buen ejemplo de cómo esta
insaciabilidad que todos hemos alimentado, aunque sea cierto que unos más que
otros, haya acabado en sufrimiento y desolación para muchos que creían haber
alcanzado la felicidad.
Sirva esta observación empírica para las distintas opciones políticas. A veces, quienes han luchado por una vida social y políticamente justa y democrática, se han dejado deslumbrar por el poder económico llegando incluso a una cierta borrachera de autosuficiencia displicente con la comunidad a la que realmente han pertenecido.
Hay que retomar, pues, la Ética de una vida social saludable para toda persona, y conjugar Ética y Política, con el fin de lograr una convivencia más justa, y más feliz, más acá de los anhelos consumistas, y más allá de diferencias clasistas.
En este sentido, todos, y también Centro América, tiene un largo camino por delante. Pero todos, "a pesar incluso de DAVOS 2014, podemos caminar hacia una "VIDA SOCIAL SALUDABLE", por ser libre, solidaria, y pacífica, donde se pueda llegar a una redistribución de la riqueza y facilitar así el acceso a los bienes de la salud, la educación, el hábitat, y el trabajo como realización personal y comunitaria.